Pocos elementos pueden ser más emblemáticos de la era industrial que la fabrica. Ese espacio físico donde se combina la fuerza de trabajo con las máquinas para transformar las materias primas y producir un bien totalmente distinto. Una mezcla entre tecnología y talento humano para abaratar, perfeccionar y multiplicar la producción de bienes altamente demandados por los mercados. Sin embargo, a partir de que la era industrial comienza a declinar y la digital comienza a surgir, la fabrica se ha ido transformando para dar paso a una incorporación cada vez más amplia de la tecnología en sus procesos.
Los cambios más importantes en la fabricación tradicional se darán en los siguientes campos: el auge en el uso de sistemas que facilitan los procesos de diseño y fabricación, el diseño de nuevo materiales, la utilización de robots inteligentes y la manufactura aditiva. Siendo particularmente estas dos últimas áreas, las que provocarán los mayores cambios dentro de la fabrica actual.
La automatización de las plantas de producción ha llevado en algunos casos a desplazar por completo la participación de los seres humanos. Actualmente existen fabricas inmensas en donde el proceso de transformación es operado exclusivamente por robots, como las fabricas de la empresa taiwanesa Foxconn, que a través de un ejercito de 30 mil robots fabrican varios de los dispositivos de Apple. Una tendencia que se mantendrá durante los siguientes años, con la vista puesta en el perfeccionamiento de la inteligencia artificial para lograr que los robots puedan realizar actividades aún más complejas.
En tanto que la manufactura aditiva revolucionará por completo el proceso de fabricación que se ha utilizado desde los primeros tiempos. Un proceso que no sólo era limitado por el grado de desarrollo tecnológico existente, sino también por las características particulares que debían poseer las materias primas requeridas para producir un determinado bien. Obstáculo que no existe al emplear la manufactura aditiva al partir de un principio constructivo totalmente opuesto, pues mientras la fabricación tradicional consiste en ir “eliminando” partes o capas de la materia prima hasta llegar al producto final, la fabricación aditiva llega a él a partir de la superposición de capas.
A esta tecnología también se le ha denominado como “manufactura 3D” por ejemplificar de manera gráfica el procedimiento para producir un bien. Así, con la popularización de las impresoras industriales 3D, cualquiera que sea capaz de diseñar un objeto digitalmente en una computadora, será capaz de producirlo físicamente de una manera fácil, rápida y económica. Al igual que hoy se materializa físicamente en papel un texto escrito en computadora con la ayuda de una impresora convencional.
Estos grandes avances tecnológicos también cambiarán la lógica económica con la que opera la industria manufacturera hoy en día. Conceptos como la economía de escala, la reducción de costos unitarios y la masificación de los productos pasarán a la historia al flexibilizarse por completo los procesos de fabricación y lograr la total personalización de los productos a las necesidades de sus clientes.
La celebre frase del creador del sistema de producción en línea, Henry Ford, de que “cualquier cliente puede tener el coche del color que quiera, siempre y cuando sea negro” se escuchará tan absurda en un futuro, como el decir hoy que cualquiera podrá fabricar las refacciones de su auto en su propia casa. Ningún producto tendrá que ser necesariamente igual a otro, pudiendo variar en dimensiones, especificaciones y aspecto, de acuerdo con el gusto del cliente y sin afectar su costo.
La única limitación que existirá será la de la propia imaginación de las personas. Dado que todo aquello que sean capaz de diseñar en sus mentes, será técnica y económicamente posible hacerlo posible gracias a la manufactura aditiva. Paradójicamente, el funcionamiento de la fabrica del futuro dependerá únicamente de la primera fabrica con la que cuentan todos los seres humanos: su inteligencia.
