De Islas a Nodos
La estructura más representativa de nuestra época es la red. Si bien en otras eras pudo ser una pirámide o una orbita gravitacional, la relación existente entre los actores de nuestra sociedad ha cambiado drásticamente para dar paso a una estructura multicentrica, multidireccional y más equilibrada. El orden propio de un sistema jerárquico ha tenido que dar paso al caos que caracteriza a uno nodal. Transformación que ha permitido a quienes antes cumplían con la función de ladrillos, eslabones, satélites o engranes dentro de un sistema estático, convertirse de pronto en nodos dentro de una gran red, con la posibilidad de tomar un papel central dentro de su entorno.
Sin embargo, este cambio no sólo representa la oportunidad de adquirir mayor protagonismo, sino que necesariamente implica la necesidad de un cambio cultural, con la finalidad de que los patrones de comportamiento se adapten a la disruptiva dinámica a la que estamos sujetos bajo este nuevo modelo relacional.
A diferencia de la esfera social, donde tradicionalmente ha existido una fuerte tendencia en nuestra cultura hacia la integración y la convivencia multitudinaria, en el resto de actividades se ha generado un marcado enfoque hacia la labor individual, dejando totalmente de lado a la colaboración. Desde la misma escuela, donde se confunde el trabajo colaborativo con las famosas “actividades grupales”, hasta los niveles más altos de la economía, la academia o la política, donde se confunde dicho término con la creación de múltiples consejos, alianzas y asociaciones sin mayores resultados.
Culturalmente estamos programados para realizar esfuerzos individuales y aislados. Pareciera es preferible la obtención de un fracaso individual, que la consecución de un éxito compartido. Esta peculiar manera de percibir a la colaboración, hace pensar a muchos que es mejor llevarse el crédito total de un mal resultado, que obtener uno parcial por uno muy bueno. Fenómeno que permite explicarnos el porqué de la notoria brecha existente entre los títulos obtenidos por mexicanos a nivel internacional en la modalidad individual, respecto a los conquistados por equipo.
Actitudes mezquinas que muchas veces rayan en lo ridículo, como la duplicidad de esfuerzos en que frecuentemente se incurre por la falta de comunicación y animo de colaboración de sus participantes. Dentro de una misma sociedad, e inclusive de una misma organización, es común se inviertan una cantidad importante de esfuerzos y recursos con la finalidad de conseguir la misma meta por diferentes actores.
No obstante, esta tendencia no puede sostenerse durante mucho tiempo. Toda vez que aunque siempre ha sido un obstáculo para la consecución de objetivos más ambiciosos, en la actual era es impensable el competir o alcanzar cierto nivel de desarrollo si no se trabaja de manera colaborativa. La quietud que existía en antaño posibilitaba el éxito de los esfuerzos individuales, pero la elevada frecuencia con la que se producen los cambios en la actualidad, hace imposible que alguien por si sólo alcance un objetivo antes de que haya quedado obsoleto.
La fortaleza de una red no depende de uno solo de sus elementos, como en una cadena o una estructura piramidal, sino de la capacidad de todos sus nodos para interrelacionarse sólidamente entre si. Así, por más valioso que pueda llegar a ser individualmente un agente dentro de un sistema, su capacidad de actuación estará limitada por la densidad y el número de relaciones que pueda establecer con otros agentes dentro del mismo. De la misma forma que un agente que de forma aislada pueda ser percibido como débil, al articularse adecuadamente puede llegar a desarrollar un potencial amplísimo, poniendo sus virtudes al servicio del resto de los integrantes de la red y cubriendo sus debilidades a partir de las fortalezas de los demás.
El reto consiste en pasar de ser islas en medio de un inmenso océano a ser nodos de una gran red. Pasar de hacer esfuerzos aislados y dispersos con resultados exiguos, a hacer esfuerzos colectivos y articulados con resultados de gran impacto. El reto consiste en dejar el individualismo a un lado y comenzar a trabajar de manera coordinada. El reto consiste en dejar de creer que el compartir debilita y saber que la colaboración fortalece.