Las sociedades modernas enfrentan retos cada vez más complejos. Fenómenos como la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la migración, el cambio climático y el desempleo, por mencionar algunos, continúan aquejando a grandes sectores de la población impidiéndoles tener un pleno desarrollo. Desafíos que demandan la creación de nuevas soluciones y formas de ponerlas en práctica, es decir, de innovar para y con la sociedad.
A partir de este fenómeno deben impulsarse estrategias de innovación que prioricen la generación de conocimiento que pueda impactar positivamente en la calidad de vida de las personas. Su objetivo debe ser desarrollar y articular sus capacidades creativas con las necesidades y oportunidades existentes en la sociedad, permitiendo al mismo tiempo de ofrecer soluciones efectivas e innovadoras, la consolidación de verdaderos ecosistemas de innovación.
Este modelo de desarrollo requiere de la participación activa de todos los sectores en su diseño, instrumentación y evaluación, así como de una nueva dinámica en las relaciones que se dan entre ellos. Además de incentivar el diálogo y la colaboración entre académicos, empresarios, emprendedores y funcionarios dentro de este proceso, se debe involucra a todas las comunidades de la sociedad, no únicamente como los usuarios o beneficiarios últimos de sus resultados, sino como actores centrales en la definición del problema y el diseño de su solución.
